Los materiales empleados en los revestimientos de las piscinas deben poder soportar el tratamiento físico y químico que se realiza sobre el agua de la piscina para mantenerla limpia, clara y libre de infecciones.

El agua de la piscina contiene muchos elementos externos, introducidos por los bañistas, el aire, las hojas, los insectos, los productos mal usados… Una piscina debe contener un agua incolora, transparente, limpia tanto visualmente como biológicamente. Para conseguirla se realizan dos tratamientos: el filtrado y el tratamiento químico. Gracias al primero se eliminan sustancias físicas, como pelo, basura…facilitando la transparencia del agua. Los gérmenes que causan enfermedades, se eliminan mediante el tratamiento químico.

Los productos químicos que se añaden al agua facilitan el filtrado y la desinfección. Para el filtrado se emplean floculantes para reunir las partículas pequeñas introducidas en el agua, para que sean retenidas por el filtro. Para la desinfección se usan productos bactericidas y estabilizantes. Para la limpieza se usan agentes desincrustantes. En el caso de que salgan algas o manchas creadas por los hongos en el revestimiento, o a lo largo de las juntas del enlosado, se limpiará la superficie mediante un fungicida.

Por todo ello, se debe comprobar que los materiales son resistentes a los productos usados.

Las juntas cementosas, por lo general, tienen una alta resistencia frente al crecimiento de microorganismos pero, una reducida resistencia mecánica a las máquinas de limpieza y química a las sustancias ácidas empleadas en limpiadores y desinfectantes.

Las juntas con base de resinas epoxi, presentan las cualidades contrarias. Tienen la ventaja de resistir las sustancias ácidas, al desgaste, así como de ser insensibles a la limpieza con agua a presión, pero, el inconveniente de una resistencia menor al crecimiento de microorganismos que las cementosas.